archivos

Durga :: el retorno de la diosa

 

“Aunque es eterna, la diosa regresa una y otra vez para proteger el mundo.”

Devi Mahatmya

La vida a veces te deja fuera de juego. Una tirada de dados y vuelta a la casilla de salida. A veces lo decides tú. A veces no. De repente te sientes insegura y confusa. Nada es igual que antes y te da miedo no acertar cuando llega el siguiente paso. Vas a encontrarte a Durga en ese camino. Ella es la diosa guerrera. Y uno de sus nombres es resiliencia*.

{* La resiliencia de los materiales es la propiedad de un material que permite que recupere su forma o posición original después de ser sometido a una fuerza de doblado, estiramiento o compresión. La resiliencia de las personas es la capacidad de adaptarse y reconstruirse.}

 

hay 108 formas de quedarse fuera de honda

Quedarse en los márgenes y volver. Recomenzar. Empezar de cero. A todas nos ha pasado alguna vez. A muchas nos está pasando ahora mismo.

Has desconectado del mundo, de tu trabajo, de tus ritmos, y cuesta regresar. Por lo que sea. Puede haber sido algo breve. La regla. Unas vacaciones. Puede que te hayas trasladado a otra ciudad, a otro país. Puede haber sido una enfermedad. O una crisis personal. Una depresión. Un tiempo sin trabajo. Una ruptura. Un periodo de estancamiento creativo. O una época en la que tienes que dedicarte a algo que no te gusta en lugar de a lo que te apasiona. O retomar tu carrera después de meses o años de crianza.

Puede que quieras retomar ese proyecto creativo que has tenido aparcado durante demasiado tiempo, y ya no sabes por dónde agarrarlo.

O que por fin te has dado cuenta de que estás viviendo la vida de otra, y que ya basta.

Mil y un formas de quedarse fuera de honda. Marca la casilla correspondiente y sigue leyendo.

Porque recomenzar cuesta. Nos desubica. Es un momento de una gran vulnerabilidad. Es fácil olvidarse de todo lo que hemos sido capaces de hacer en el pasado.

Las narrativas de Durga nos cuentan que la mejor manera de volver es soltar expectativas, adaptarnos. Son otras circunstancias. Somos otra persona. Necesitamos otras herramientas.

También nos van a decir que efectivamente: nada va a ser nunca igual que antes.

Pero podemos hacer que sea mejor.


la diosa mutante

Los dioses de India cambian. No permanecen estáticos. Con el paso del tiempo adquieren nuevas características. Y se mueven en el espacio, contagiándose de nuevas formas.

La diosa también cambia. Siempre es la misma, pero se muestra en el mundo bajo mil máscaras diferentes.

Durga es uno de sus aspectos más arrolladores. Es la forma que toma para regresar al mundo y salvarlo de los demonios que lo asedian. Es la faceta guerrera de la diosa.

Nos vamos a acercar a ella desde la historia y desde sus símbolos y narrativas. Vamos a encontrarla en India y a traerla a occidente. A tu ciudad. A tu casa. Para que sepas quién es cuando despierte dentro de ti.

 

la diosa subterránea

La diosa pertenece a un universo arcaico, anterior a la escritura. En esa época remota, la divinidad era la vida misma. La tierra y el cielo, la luz y la oscuridad. Sus misterios. La diosa personificaba la capacidad de crear vida, de nutrirla y sostenerla durante un instante en la eternidad. Y de acogerla de regreso, disolverla, para devolverla a su fluir cíclico.

En India, la diosa estaba presente antes de la llegada de los Vedas. Los arios llegaron a alrededor del segundo milenio a.C. Trajeron consigo el Rig Veda: 1028 himnos que transmitían de forma oral sus tradiciones y hablaban de sus dioses. Y un nuevo panteón de dioses guerreros se impuso con ellos.

En el mundo védico la diosa es un personaje secundario; su poder se oculta y luce solo como consorte de dioses masculinos. Se convierte en la shakti, imagen del poder del dios al que acompaña. Resumiendo: se convierte en diosa florero.

Hasta la llegada del tantra.

Es entonces cuando su poder resurge de entre las llamas, tal y como cuenta su leyenda, y la diosa renace. Y en ese renacer, cambia. Se ha transforma de forma radical. Se adapta a un nuevo mundo. La diosa que antes caminaba con los brazos abiertos, entregando sus pechos, las manos vacías, vuelve convertida en Durga, la mataora del búfalo. La diosa vuelve armada hasta los dientes.

DURGA4.jpeg

  

Recomenzar desde los márgenes

Imagínate: un césped. Toda esa yerba que crece, puro entusiasmo, verde y brillante, llena de luz y de agua. Y cada dos semanas, zas. Viene uno y pasa el cortacesped. A la yerba le podría dar por decir, “Horror. Se acabó. Yo paso. No puedo más.” Pero la naturaleza no piensa en términos de blanco o negro, malo o bueno. Simplemente continúa creciendo. Enraiza más profundo en la tierra. Sigue buscando el sol.

Para la diosa unos cuantos miles de años de patriarcado y de silencio no son más que un pestañeo. Vuelve fresca, poderosa. El mundo tiembla con su rugido. Durga recoge las armas que cada uno de los dioses le devuelve. Se adapta. Asimila la cultura védica. Y la domestica. Regresa a India y viaja hacia el sur, y sigue transformándose, siempre renovada.

Con su receptividad, con su apertura, ella misma se transforma. Y a través de esa receptividad, cambia el mundo.

 Cuando regresa, no permanece atada a expectativas sobre cómo las cosas deberían ser. Eso te paraliza. Te desactiva. Te convierte otra vez en florero. O peor: en calabaza.

Durga no podría devolver la armonía al universo simplemente mostrando su abrazo y su amor. El mundo ha cambiado. Necesitas nuevas herramientas para vivir en él. Ármate con ellas. ¿Ocho brazos? ¿Dieciséis? Los que hagan falta. Es tu vida. ¿No merece la pena luchar por ello?

 

Kill Bill

Seguir adelante sin reactivar tus capacidades y tus recursos te convierte en víctima de tus demonios, de tu propio Mahisa interior. El búfalo va a seguir siendo un búfalo. Y tú, vas a seguir teniendo que enfrentarte a él.

La batalla no va a ser fácil: el búfalo es muchas cosas. Representa los obstáculos externos, un mundo acelerado y obsesivo. Pero también es el depredador de nuestra psique, los obstáculos en nuestra mente, que van cambiando de forma. Igual que en el cuento. Primero es un búfalo. Luego un elefante. Después un guerrero, un león. O lo que es lo mismo: comodidad. Procrastinación. Pereza. Rutinas. Saltar de proyecto en proyecto. Perfeccionismo. “No puedo”. “No sé”. “No encajo”.

Bill. El búfalo. Mil razones para no cambiar. Mil excusas para no convertirnos en quienes queremos ser.

Durga nos enseña a recibir el mundo tal y como es. A actuar conscientes de aquello con lo que nos estamos enfrentando. A reírnos a carcajadas ante las dificultades y echar mano de todo lo que somos, de todo lo que sabemos que hemos sido. Y a utilizar las herramientas adecuadas para cada ocasión.

Durga: modelo para armar

Durga recibe las armas de todos los dioses.

El tridente de Shiva, su ferocidad, le recuerda que va a tener que ceder algo para obtener lo que quiere. No puedes continuar sin soltar lastre. Hay cosas que quieres dejar atrás, aunque les tengas cariño. Ya no sirven. Suéltalas.

La maza de Vishnu, su paciencia, le da la fuerza de la constancia: la batalla no va a ser fácil. Prepárate: va a haber recaídas. Resiste.

Cada uno de los dioses le recuerda a Durga una parte de sí misma que ha olvidado. Y ella recoge los poderes de todos ellos. Los une a sus poderes antiguos. Sus poderes subterráneos. Ella es ahora una fuerza colectiva. Tiene ocho brazos. Es todos los dioses. Es ella misma. Distinta.

Cabalgando sobre el búfalo, se ha convertido en él. Ahora tiene también su fuerza. Y desde ahí te invita no solo a ser tu misma, si no a ser algo más.

A nutrirte de lo que te rodea.

A interactuar con tu entorno y transformarlo dando lo mejor que tengas.

Mira a tu alrededor. Di sí al mundo tal y como es. Acepta la paradoja y atrévete a cambiarlo. Agarra al búfalo por los cuernos.

  

{Las aventuras de Durga están recogidas en la Devi Mahatmya, La gloria de la Diosa un texto atribuido al rishi Markandeya. Este texto está incluido dentro de los Markandeya Puranas, una compilación de mitología hindú del los siglos IV-V.}

La llegada de Durga, igual que la de Ganapati, coincide con el inicio del tantra. Las narrativas de ambos nos hablan de un cambio revolucionario en el pensamiento hindú. Nos hablan de una forma nueva de espiritualidad marcada por un elemento clave: la reincorporación de la corporeidad, la materialidad de la vida en la espiritualidad. Es el retorno de la diosa.

 
mitologíaolga lavanderos